El amor es un factor imprescindible en cualquier relación de pareja, eso está claro, pero por sí solo no es suficiente para que ésta funcione. Y cuando nuestro día a día se convierte en una sucesión de desencuentros, frustración, incomprensión y humillaciones ha llegado el momento de acudir al rescate de la dignidad.
Y aquí voy con la tercera parte de mi serie sobre la sabiduría de amar y las relaciones de pareja, y cuyas dos primeras entradas son:
• La sabiduría de amar (parte I): Los límites del amor
• La sabiduría de amar (parte II): Contra el apego
Se me ha hecho muy difícil sintetizar en un asunto tan complejo y rico en matices como este, y a pesar de intentarlo la primera parte me quedó bastante extensa, aunque de tener que elegir una frase representativa me quedaría con que “amar nunca debe suponer renunciar a uno mismo”.
En la segunda parte pude concretar un poco más (no mucho) al centrarme en el tema del apego, y de ella me quedaría con la frase “sal ahí fuera y ejerce tu derecho a ser libre”.
En esta tercera trataré de ser un poco más breve siendo claro como el agua (de la limpia), y rematando la faena como pueda y sepa creo se merece.
¿Alguna frase?
¡En marcha!
Amores Reñidos, Amores Sufridos (y enfermos)
Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte.
Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.
Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
Estoy seguro de que conoces a alguien que permanece estancado en una relación de pareja enferma de la que no sabe, o no quiere, escapar (o las dos).
Una relación donde el miedo a perder la supuesta fuente de seguridad y/o bienestar, junto con la cobardía de no querer enfrentarse a la realidad y a la incertidumbre de la independencia, le hacen permanecer en su celda de castigo particular.
Un día a día plagado de desencuentros, discusiones, insatisfacción, maltrato, desdén, humillaciones…
Con el paso del tiempo hasta estar mal se puede convertir en costumbre, haciendo que germine y crezca una especie de adicción a una situación tan perjudicial, con consecuencias bastante predecibles para la salud mental y física de quién la sufre (y de sus allegados me temo).
La persona apegada a una relación enfermiza y disfuncional se paraliza en ese estado, se estanca y se niega la posibilidad de aceptar que existe una forma de amar más sana y libre, y de encontrarla, entregándose a su fatal destino: el que ella misma se construye cada día.
No importa lo que te una a la otra persona, de verdad que no, lo que importa es lo que tú interpretas al respecto. Y si realmente quieres liberarte de esa relación que te aleja de ser feliz, puedes conseguirlo, tan solo has de empezar por creértelo, seguir por tomar la decisión de cambiar, y terminar actuando en consecuencia.
NO es imposible ni de lejos, aunque ahora mismo te lo parezca, y SÍ, solamente depende de ti, aunque los factores externos condicionen y dificulten la tarea.
Sobran ejemplos de personas que lo han conseguido, hasta seguro que conoces a alguna, empieza por fijarte en ellos para tratar de seguir su mismo camino.
Yo te digo:
Claro que Sí, claro que puedes.
Y espero con este artículo poder inspirarte sobre la manera de hacerlo empezando por…
El Real Realismo
Ser realista con la situación y lo que nos está sucediendo, es el mejor de los comienzos para comenzar a “ver la luz”, y eso significa empezar a ver la relación tal cual es, no como nosotros la interpretamos.
Debemos mandar a paseo todas las mentiras y autoengaños con las que nos regalamos los oídos (más bien la mente), y analizar abierta y honestamente la relación que estamos manteniendo con la otra persona.
[Esta pintada me ha recordado una frase un poco jocosa que dice: “El amor es ciego, pero el matrimonio le devuelve la vista”. Creo que se entiende bien el concepto ]
Aunque sus románticos defensores se pongan de uñas (una vez más), el amor romántico no es real, sino un ideal imaginario de mentes fantasiosas, y ser realista resulta fundamental para conseguir desapegarse y disfrutar de una autonomía sana y positiva.
Y esto no significa que el amor no sea un factor fundamental en una relación de pareja, significa que no es para nada suficiente. Que por sí solo no colma las expectativas de lo que debe ser una buena convivencia, ni tampoco basta para “curar” o “cambiar” a la otra persona. No es tan poderoso.
El real realismo (afectivo en este caso) implica que hemos de empezar a ver lo que es, y dejar de ver lo que queremos que sea.
Con miedo, temores e incertidumbre ante lo que nos espera, seguro que sí, pero con la valentía de apartar a un lado las mentiras, los autoengaños y las excusas, y de empezar a valorarnos tomando decisiones en consecuencia.
Buscaremos mil argumentos para sostener la situación porque el miedo es poderoso, y la mente apegada traicionera:
– Me quiere mucho pero no se da cuenta.
– No lo hace por mal, es su forma de ser.
– La culpa es de su familia, que envenena.
– Es su forma de quererme.
– Nadie es perfecto.
– Conozco a parejas que están peor.
– Mi amor conseguirá que cambie.
Pero cuando la relación está enferma (o terminal y sin remedio), el amor también lo está, y muchas veces tratar de sanarla no significa luchar por ella y continuar, sino acabar con ella.
Y es llegada esta situación que debemos ir…
Al Rescate de la Dignidad
Merece la pena intentarlo cuando hay amor, cuando ese amor nos llena de felicidad y de esperanza, y cuando ambos libremente, sin condicionantes de ningún tipo, manifiestan su firme voluntad de superar las barreras y circunstancias adversas que están viviendo.
Cuando el deseo de continuar sólo viene de una de las partes, debemos aprender a respetar la decisión del otro. Ahí nuestra grandeza no será exigir o manipular, sino sabernos retirar a tiempo y, cuando nuestro equilibrio nos lo permita, ofrecer nuestra ayuda y nuestra generosidad, sin intereses ocultos ni exigencias enmascaradas.
Somos seres emocionales, muy complejos, intensos y contradictorios. Eso hace que los vínculos que establecemos unos con otros también gocen de todas estas características, y que sean únicos e intransferibles.
Los lazos que nos unen siempre pueden mejorarse y perfeccionarse, pero solo partiendo de la realidad de lo que somos, de nuestra naturaleza imperfecta, del amor “de dos patas” que pisa el suelo y se embarra en el día a día, ensuciándose.
No hay un “manual universal o de fábrica” para ser una buena pareja, sino que este se escribe como un diario, por el camino y a medida, puliendo la relación a cada momento a base de respeto, comprensión y correspondencia, en un intercambio equilibrado, y con mucho compromiso y esfuerzo.
Para que una relación de pareja funcione y sea positiva para ambos miembros no puede haber desequilibrios muy acusados entre las partes, porque si los hay esta desigualdad acabará por desestabilizar la balanza, inclinándola hacia el deterioro y la destrucción.
El amor recíproco es aquel donde el bienestar no es privilegio de una de las partes, sino de ambas.
Si la otra persona no aprecia lo que le damos, o no lo comprende, o no lo comparte, o no le importa, nuestro amor caerá “en saco roto”, y herido mortalmente se irá desangrando hasta morir.
Se puede amar a quién no te quiere, no cabe duda, pero si lo que pretendemos es mantener una relación de pareja estrecha, sana y productiva, no es la mejor receta para conseguirlo.
Y jamás deberíamos perder nuestra dignidad y humillarnos por amor.
Es muy difícil amar a un ser que se doblega para obtener afecto. Un amor indigno es una forma de esclavitud. Y los dueños nunca aman a sus esclavos; los explotan o se compadecen de ellos.
Tu pareja, por encima de todo y sin excusas, debe amarte y respetarte. Si ninguna de las dos cosas se dan (deben ser las dos o nada), estás con la persona equivocada.
Si no sabe que te quiere, es que no te quiere, y no te merece quién te lastima.
Autocontrol, Resistencia y Victoria
Cuando somos adictos a algo nunca estamos satisfechos de ese algo, nunca nos llenamos porque en eso consiste la adicción precisamente, y cuanto más recibimos de ese algo, más necesitados y dependientes nos volvemos, aunque eso mismo nos esté matando.
La adicción no se vence exponiéndonos a la tentación de lo que nos la provoca, y el apego a una relación (o persona), como una adicción que es, tampoco.
La mejor receta para vencer el apego es el autocontrol y la resistencia activa.
Para acabar con una relación enfermiza, la extirpación debe ser radical. Como si de un cáncer se tratara, no podemos permitir que se genere metástasis, porque eso significaría pasar de mal a peor.
La ruptura debe ser total y definitiva, sin adornos ni medias tintas.
Y para conseguirlo te presento tres estrategias básicas:
1. SESGAR DE MANERA CONVENIENTE
Si quieres romper con una relación que te perjudica lo mejor que puedes hacer es empezar por concentrar tu atención en lo que te hace daño.
Se trata de hacer una reflexión intencionadamente sesgada, centrándote en todo lo que no te conviene de la relación, para que esto tenga más peso que lo que supuestamente te proporciona.
Esto no significa que tengas que vivir entre la amargura y el resentimiento, sino que es una estrategia que te servirá para tener muy presente los aspectos negativos de tu situación, y que esto te estimule e impulse para acabar de una vez por todas con un vínculo que te está esclavizando a base de bien.
No hay que olvidar lo malo, muy al contrario, te conviene destacarlo y tenerlo muy presente.
2. ESTAR CON QUIEN ESTÁ DE TU PARTE
En tu situación no necesitas personas que te escuchen, que te compadezcan, o que te den consejos, necesitas personas que te apoyen y te refuercen en el objetivo de terminar la relación.
La mayoría de la gente opina sin tener ni pajolera idea de lo que pasa, en parte porque las personas apegadas a una relación ocultan muchos aspectos de ésta que les da vergüenza reconocer, y eso dificulta cualquier consejo.
Solo tú sabes mejor que nadie lo que “se cuece en casa”, y por eso lo mejor es que te rodees de incondicionales que te animen y que te apoyen en la decisión de acabar de una vez con el suplicio.
En este caso los mejores amigos son los que te dicen lo que necesitas oír para seguir adelante.
3. CONTROLAR LO QUE NO TE CONVIENE
Una vez consumada la acción de separarte de tu pareja, debes alejarte de todas aquellas cosas, estímulos o situaciones que fomenten tu necesidad de afecto, y que te recuerden los buenos momentos que pudiste haber pasado con ella.
Durante un tiempo lo mejor es no tener contacto alguno con la persona de la que te has separado. No escribirle, no hablarle, no verla, y evitar lugares, cosas, y cualquier estímulo que te la recuerde y que te provoque nostalgia.
Nada de fotos, regalos, música, lugares, experiencias… etc que estén de alguna forma vinculados. Todo esto es la peor de las tentaciones y puede suponer volver atrás, por lo que has de eliminarlo totalmente.
Cada cual debe decidir durante cuanto tiempo se ha de mantener esta actitud, para unos será más, para otros menos, lo que está claro es que es algo fundamental para conseguir el objetivo, y que no hay nadie mejor que tú para saber cuando lo has alcanzado.
Necesitarás mucha fuerza y disciplina, de ahí que todo apoyo y refuerzo externo es más que bienvenido.
El amor está hecho a la medida del que ama. Construimos la experiencia afectiva con lo que tenemos en nuestro interior, por eso nunca hay dos relaciones iguales. El amor es lo que somos.
Si eres irresponsable, tu relación será irresponsable. Si eres deshonesto, te unirás a otra persona con mentiras. Si eres inseguro, tu vínculo afectivo será ansioso.
Pero si eres libre y mentalmente sano, tu vida afectiva será plena, saludable y trascendente.
Walter Riso.
Como se destacaba en la fantástica película Seven:
“Largo y escabroso es el camino que del infierno conduce a la luz.”
Entonces…
O comienzas a andar,
o no la verás nunca.
– – – – –
Doy así por concluida esta amorosa serie.
Ya sé que es un tema muy complejo y que quedaría mucho por decir y analizar, pero para eso están los cafés y las buenas conversaciones .
Para empezar puedes compartir en los comentarios lo que piensas al respecto, o incluso alguna de tus experiencias.
Como dije en la primera parte:
Es muy importante todo lo que eres capaz de transmitir a los demás con tu actitud. Nunca desprecies eso.
[La foto de portada la hice un atardecer en un acantilado de la costa noroeste de la isla de Malta, dónde una pareja disfrutaba en compañía de una buena merienda y una magnífica puesta de sol. La segunda foto es de una pared de un edificio en construcción (con muy buenas vistas por cierto) que hay en Lugo.]
El artículo La Sabiduría De Amar (Parte III): Al Rescate De La Dignidad ha sido publicado por Juan en aprendizajeyvida.com.