Una de las grandes causas de infelicidad en la sociedad en que vivimos deriva de la incomprensión acerca de cómo funcionamos, y de la mala gestión que hacemos de nuestras emociones. Todo ello nos lleva a establecer relaciones nefastas con nosotros mismos y con los demás, siendo en el campo de las relaciones amorosas de pareja dónde solemos salir peor parados.
Con este artículo inicio una serie de publicaciones que he decidido titular como “la sabiduría de amar”, en las que trataré de abordar con profundidad y detalle, y con la mayor claridad que me sea posible, tan importante, complejo y a la vez peliagudo asunto.
Para que no se diga poder hacerlo, durante las últimas semanas he estado poniendo en orden mis propias ideas y experiencias sobre el tema (si es que esto es posible), y también documentándome a través de la investigación, la lectura y el repaso de algunos libros cuyas referencias podrás encontrar al final de cada uno de los artículos.
Lo que me ha llevado a hacer esto es, por un lado clarificar, precisar y consolidar mi propia visión acerca del amor y de las relaciones de pareja, y por otro hacerte llegar mi punto de vista para que puedas, si así lo deseas, sacarle provecho. Al mismo tiempo me encantaría recibir tu opinión acerca de cualquiera de las reflexiones que aquí exponga, como forma de enriquecer los textos y de colaborar en el proceso.
Ten muy en cuenta que la sociedad no solo avanza mediante la ciencia, la política, los grandes descubrimientos o los gurús del coaching, sino que también lo hace, y de qué manera, por medio de la actitud de las personas, de todo aquello que eres capaz de transmitir cada día a los demás.
Nunca desprecies eso.
Muchas gracias de antemano por leer, aprender, aportar, y ayudar a cambiar el mundo.
Todo lo que hago lo hago por ti
“Tómame como soy, toma mi vida.
Daría todo lo que pudiera sacrificar,
no me digas que no vale la pena luchar por eso.
No lo puedo evitar, no hay nada que quiera más,
sabes que es verdad.
Todo lo que hago lo hago por ti”.
Lo que acabas de leer es un fragmento de la canción de Bryan Adams: Everything i do i do it for you (todo lo que hago lo hago por ti). Una magnífica canción sin duda, y también una buena muestra de la imagen que todavía hoy seguimos manteniendo en nuestra sociedad acerca del idílico amor romántico.
Me gustaría que prestases atención al mensaje que transmite, no solo por lo representativa que resulta en el asunto que voy a tratar, sino también porque te dará una idea de lo lejos que hemos llegado poniendo los límites del amor, aunque pensándolo bien, quizá no le hayamos puesto ninguno.
Te dejo a continuación el vídeo original en inglés para que puedas escucharla, y en este otro enlace puedes encontrar la letra traducida al español.
https://www.youtube.com/watch?v=ZGoWtY_h4xo
Hace unos cuantos años se me caía la baba, y hasta alguna que otra lagrimilla, al escucharla. Ahora mi visión ha cambiado de forma sustancial y veo su mensaje como bastante malo para la salud (lo cual no implica que no siga disfrutando con la melodía, que es espectacular).
El Amor Romántico
Este concepto idealizado de amor romántico que manejamos nos transmite que debemos amar desde las vísceras y hasta reventar, más allá de la razón, más allá del bien y del mal, sin límites, sin condicionamientos, de forma que el otro sea la única razón de ser, y el único motivo para vivir.
Un supuesto amor incondicional y verdadero que lo justifica todo, que estaría por encima de cualquier tipo de ética, moral o justicia, e incluso de los derechos humanos. Una forma de amar que promueve el sufrimiento feliz, y la pérdida de la dignidad propia por medio de la renuncia hacia uno mismo.
Este ideal de amor sin límites ha conseguido que infinidad de personas establezcan relaciones dañinas e irracionales. Relaciones en las que se promueve el culto al sacrificio como la mayor forma de expresión de lo que se siente hacia la persona amada. Relaciones que en muchos casos llegan a tener consecuencias fatales.
Se suicida por amor aquel que necesita tanto ser amado por el otro que no se quiere lo suficiente a sí mismo. Se suicida por amor aquel que no puede soportar la idea de que la persona que tanto quiere no lo quiera. El suicidio es en este caso una salida obviamente poco práctica y muy poco saludable. No hay que morir por el otro sino vivir para disfrutar juntos.
Vivo por ti y para ti… Sin ti no soy nadie… Si no estás conmigo me moriría.
¿Te suenan?
¿Quién dice que en el amor todo vale?
¿Que el amor todo lo puede?
¿Que hay que soportar cualquier cosa resignándose a una vida sin sentido por amor?
Un trastornado por amor supongo.
Quizá el amor romántico y celestial no conoce de límites o condiciones, pero el amor racional y terrenal las necesita, y con urgencia. Basta con observar cualquier indicador sobre maltrato y relaciones disfuncionales para darse cuenta de que los llamados “males de amor” ya representan un gran problema de salud pública.
No solo traspasa cualquier límite saludable quién maltrata no respetando la dignidad de la persona que supuestamente ama, sino también lo hace quién se denigra a sí mismo y se somete a ello por supuesto amor.
Indignarse lleva implícito el hecho de que valoramos nuestra dignidad, y que exigimos sea respetada. Si nunca te indignas con tu pareja puede ser el resultado de dos cosas: o vives en el autoengaño permanente sin querer ver la realidad, o vives con la encarnación de un santo o santa, y ambas cosas me parecen igual de preocupantes.
Nadie es más vulnerable a creerse algo falso que aquel que desea que la mentira sea cierta.
El Amor está en el Cerebro
Al cerebro no le interesa la búsqueda de la verdad, sino sobrevivir. Es su gran destreza. Y si el amor es, desde tiempo inmemorial, el recurso fundamental para sobrevivir, dada su función biológica de garantizar la supervivencia por la vía del apego y la reproducción, ¿dónde iba a ubicarse, sino en el cerebro?
Según la más reciente disciplina de la mente, la llamada neuro-bio-psicología, el amor está codificado en el cerebro, y además también ahora sabemos que el cerebro tiene sexo, con lo cual resulta un poco absurdo esperar que ambos géneros procesemos, sintamos y manifestemos el amor de la misma manera.
Hombres y mujeres somos diferentes físicamente, tenemos configuraciones cerebrales diferentes, pensamos diferente y sentimos diferente, pero eso no nos hace para nada incompatibles, sino complementarios.
Uno de los principales problemas que surgen en las relaciones es que las mujeres piden a los hombres que sientan y reaccionen como lo hacen ellas, y los hombres les piden a las mujeres que se comporten, piensen y analicen como si fueran hombres. ¡Un auténtico despropósito!
Los hombres y las mujeres sienten de forma distinta, por lo que no debemos esperar que actúen de forma parecida.
¿Podríamos pensar entonces que casi es un milagro que los hombres y las mujeres se terminen entendiendo? ¡En absoluto! Sin esas diferencias la humanidad no hubiera conseguido progresar. Hombres y mujeres nos complementamos a todos los niveles.
Esto es algo fundamental que debemos aceptar, comprender y tener muy en cuenta en todas las facetas de nuestras vidas, y por supuesto también a la hora de establecer una relación de pareja.
Hombres y mujeres somos iguales en derechos y deberes, pero distintos en capacidades.
El Verdadero Amor
Pero entonces, ¿cómo definir el amor desde un punto de vista sano y saludable?
El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar a otro para que sea quien es. Mucho más allá de que esa autenticidad sea o no de mi conveniencia, mucho más allá de que, siendo quien eres, me elijas o no a mí para continuar juntos el camino. Un sentimiento que avala la capacidad para disfrutar juntos de las cosas y no una medida de cuanto estoy dispuesto a sufrir por ti o cuanto soy capaz de renunciar a mí.
La intimidad sucederá solamente si somos capaces de soslayarnos, regocijarnos y reposarnos sobre nuestras afinidades y semejanzas mientras reconocemos y respetamos todas nuestras diferencias. De hecho podemos intimar únicamente si somos capaces de darnos cuenta de que somos diferentes y si tomamos, no solo la decisión de aceptar eso distinto que vemos, sino además la determinación de hacer todo lo posible para que el otro pueda seguir siendo así, diferente, como es.
Las semejanzas llevan a que nos podamos juntar, las diferencias permiten que nos sirva estar juntos.
Jorge Bucay.
Una definición que no requiere de muchos añadidos ¿no estás de acuerdo?
Los Límites del Amor
El amor no lo justifica todo (o no debería), y para amar no necesitamos renunciar a lo que somos, ni a las metas que queremos alcanzar en nuestras vidas.
Para vivir en pareja no es necesario amar sobre todas las cosas, ni sobre todas las personas (incluido uno mismo), y existen unos límites que de traspasarlos, convertirán el amor en una enfermedad o adicción muy poco saludable.
Si crees que el amor lo justifica todo y que amar y estar con alguien es tu principal fuente de realización, el amor se convierte en una obsesión y no serás capaz de vivir sin él, ni de renunciar a él, o a tu pareja, cuando debas hacerlo. Aunque el miedo y el apego te bloqueen la mente y ablanden tu corazón, no importa cuánto te amen, sino cómo lo hagan.
Walter Riso.
El amor es una cuestión de calidad, no de cantidad.
Si tenemos el amor como nuestra máxima aspiración en la vida no sabremos vivir sin él, y haremos cualquier cosa por alcanzarlo y por retenerlo, sin siquiera tener en cuenta todos los traumas que esto nos puede ocasionar.
Estaremos sacrificándolo todo en la búsqueda y obtención de un ideal amoroso que nos convierte en seres totalmente apegados y dependientes, y no en individuos perfectamente libres y autónomos.
Hay gente que se pasa la vida buscando desesperadamente de quién enamorarse; esas personas están siempre en el filo de la navaja, pendientes de un hilo que mueven los demás.
María Jesús Álava Reyes.
Una relación amorosa basada en la dependencia y en el espíritu de sacrificio es una sentencia de esclavitud en vida, una entrega total y voluntaria de la propia identidad en pos de un ideal dañino.
La “cruz del matrimonio” que decían nuestros mayores. Una relación enfermiza diría yo.
Los límites están definidos por la integridad, la individualidad, y la dignidad de las personas. Si dejas que tu pareja se aproveche de ti, o que te explote en algún sentido, sacrificando todos tus anhelos y objetivos vitales por mantener la relación, te los estás pasando por el forro, lo cual no te conviene en absoluto.
Adaptarse a las exigencias razonables de cualquier relación afectiva, acercarse al otro sin perder la propia esencia, amar sin dejar de quererse a uno mismo requiere de una revolución personal, de cierta dosis de subversión amorosa que permita cambiar el paradigma tradicional del culto al sacrificio irracional, por un nuevo esquema en el que el auto-respeto ocupe el papel central.
¿Amar con reservas? Sí, con la firme convicción de que amar al otro no implica negociar los principios propios.
Walter Riso.
En una relación de pareja es obvio que hay que hacer concesiones y negociar muchas cosas para llegar a sanos acuerdos, pero siempre desde la dignidad y el respeto a la igualdad y a la individualidad de cada uno.
Amar nunca debe suponer renunciar a uno mismo.
¿Estoy amando irracionalmente?
Cuando se ha traspasado el límite de lo sano y aceptable que debería suponer mantener una relación amorosa, lo normal es que los días transcurran en medio de un estado de decaimiento generalizado, una especie de bajón permanente que va minando poco a poco la ilusión y la alegría de vivir.
En esta situación, además de que nuestra autoestima se sitúa bajo tierra, sentimos una sensación de vacío, de falta de plenitud, e incluso de encierro.
Existen tres síntomas evidentes de que una relación no funciona:
1- Empiezas a envidiar a otras parejas.
2- Se activa el recuerdo de viejos amores.
3- Una duda aparece de forma recurrente: ¿me habré enamorado de la persona equivocada?
Y es llegado este punto que aparecen los conflictos internos, cuando nuestra mente racional y las evidencias se enfrentan a nuestra parte emocional y temerosa, en la que la inseguridad y el miedo a lo que pasaría con nosotros si tomásemos la decisión de romper la relación ejerce un gran peso.
“No todo es malo… Hemos tenido momentos buenos… A veces se porta bien conmigo…”
¡Pues claro!
Lo que hacemos mediante estos autoengaños es sesgar la realidad en función de esos temores que nos asustan, y la confusión que generamos, junto con la cobardía, alimentan la más cruel de las esperanzas, con lo que así nos quedamos, esperando y esperando hasta el fin de los días y amén a que nuestros anhelos se vean por fin satisfechos.
Cuando la convivencia con el otro se ha convertido en un esfuerzo diario por explicar y justificar todo aquello que pensamos, sentimos o queremos, la relación va claramente cuesta abajo, aunque no hayan aparecido los golpes ni los gritos.
Algunos de los indicadores emocionales de que hemos traspasado los límites del amor saludable son: depresión, desgana, querer estar con otras personas a menudo, ansiedad, hastío o aburrimiento, sentirse atrapado, desear separarse e incluso enviudar, sentirse bien y libre cuando la pareja se aleja o se marcha, sufrir con cada relación sexual o acercamiento físico, sentirse humillada o humillado, y sentir miedo, entre otras.
¿Y qué es lo que subyace a todos estos síntomas?
La insatisfacción.
Ante esto has de plantearte dos preguntas:
1- ¿Estás contenta o contento con tu relación de pareja y la vida que llevas a su lado?
2- Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿repetirías con la misma persona?
Si has respondido dos “sí”, todo va bien.
Si has respondido dos “no”, todo va mal.
La decisión sobre lo que debes o no hacer es solamente de tu incumbencia, pero como bien decía Séneca:
Es mientras se espera vivir, que la vida pasa.
¿Cuándo dejar de amar?
El amor en pareja es cosa de dos, una especie de asociación para tratar de vivir juntos en unas condiciones sanas, y de acuerdo a unos intereses compartidos.
En una relación de pareja constructiva, lo que en verdad interesa es la conveniencia o congruencia interpersonal, es decir, en qué medida la persona que amas le viene bien a tu vida y en qué medida os adaptáis recíprocamente a vuestras metas, intereses y necesidades.
Es cierto que a veces no tenemos el poder de desenamorarnos a voluntad, pero sí podemos dejar de magnificar el amor y alejarnos de una relación afectiva destructiva, aunque sea con esfuerzo y dolor. En una relación afectiva malsana y destructiva, hay que decir: “te quiero, pero te dejo”.
Walter Riso.
¿Y en que situaciones el amor pierde todo su sentido?
1. CUANDO NO TE QUIEREN
El poder en una relación no lo tiene el que tiene más carácter, o el más fuerte, o el que tiene más dinero, sino el que necesita menos al otro.
Y lo que pudo empezar siendo una relación de amor recíproco, puede llegar a convertirse en una forma de esclavitud moderna en la que una parte lo da todo, y la otra lo recibe todo, pero sin ofrecer nada.
Muchas veces, del amor al desamor sólo hay un paso, el paso del tiempo.
Cuando alguien titubea o duda de si ama, lo normal es que no esté amando. Y si sabes que tu pareja no te quiere ¿por qué seguir con una relación insana que te esclaviza y te hace daño?
La esperanza puede ser a veces muy mala consejera.
Alguien honesto no estaría con alguien a quién no ama simplemente para aprovecharse de los beneficios que esa relación le proporciona (comodidad, dinero, compañía o lo que sea).
¿De verdad quieres a alguien así a tu lado?
Si continúas aferrándote a la expectativa de recuperar su amor sacrificándolo todo, y respondiendo a cualquiera de sus necesidades o insinuaciones, estás en el otro lado, en el lado oscuro de la fuerza que diría el maestro Yoda.
Has superado los límites de lo que se supone es una relación positiva y sana.
Y si tu sensación de insatisfacción no hace más que perpetuarse, a pesar de toda tu entrega y sacrificios, y de todas tus necesidades y demandas de correspondencia, ya has resuelto la ecuación y tienes tu respuesta.
No te aman y alguien tiene que irse.
2. CUANDO TE IMPIDEN AUTORREALIZARTE
Nuestra necesidad de realización personal pasa por nuestras pretensiones de llegar a ser lo que queremos ser, y de alcanzar con ello nuestra mejor versión.
¿Algún motivo por el que amar a una persona y mantener una relación de pareja debería impedirnos esto?
Realizarnos nos ayuda a evolucionar y a crecer como seres humanos, desarrollando nuestras mejores capacidades, siempre y cuando no resulte perjudicial o destructivo para uno mismo o para otros.
Es algo muy sano que debemos intentar llevar a cabo si lo que queremos es sentirnos plenos y completos.
La realización forma parte del arte de la vida, del arte de ser humano.
¿Por qué has de renunciar a eso?
¿Por amor?
¡Venga ya!
Un amor o relación que mutile o directamente anule las motivaciones emocionales e intelectuales de una persona, que necesite de su total alienación en este sentido para funcionar, no es amor, es esclavitud.
Si quieres progresar, desarrollarte y evolucionar como persona y ser humano, y motivar con tu actitud a otros, no lo permitas.
Si por hacer feliz a la persona que amas, has renunciado a tus deseos íntimos, has reprimido tu esencia o has adoptado un aspecto prestado que distorsiona tu verdadero yo, has traspasado el límite de un amor saludable. O peor: si esa fue la “prueba de amor” que te exigieron, no te amaron o no te aman lo suficiente.
Walter Riso.
La buena vida discurre por el camino que sigue la pista de los talentos naturales.
3. CUANDO NO RESPETAN TUS VALORES
La dignidad es la cualidad humana por la cual somos merecedores de valoración y respeto por parte de los demás, y no es negociable (o no debería serlo).
Todos tenemos un sistema de valores (aunque muchos lo desconozcan), y de entre todos ellos destacan algunos que, de ser traicionados, nos harán caer en el reproche y el remordimiento, porque estaremos yendo contra nuestra propia esencia, contra lo que creemos en lo más profundo.
Si permites que el otro te humille vulnerando tu dignidad y tus valores, te estás traicionando a ti mismo.
Sentirse digno es aceptar que uno merece respeto.
¿Que cuando vulneran tu dignidad?
Pues cuando ante una actitud, ya sea de palabra, obra u omisión, sientes cómo la rabia crece en tu interior hasta convertirse en cólera, la cólera ante lo que crees injusto. La emoción básica que surge cuando consideras que se ha violado lo esencial, aquello en lo que crees y que te define como persona.
Conserva tu integridad, niégate a ser un juguete. Ni tu pareja ni nadie es más valioso que tú (al menos en lo que al respeto y consideración se refiere).
Cuando negocias con tus principios y tus creencias fundamentales, aunque lo hagas por amor a tu pareja, estás dejando de quererte a ti mism@, y te conviertes en un instrumento para satisfacer a otros.
Si quieres respeto, empieza por respetarte.
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Y esto es todo por ahora (y no ha sido poco me parece ).
En la próxima entrega de la serie te seguiré hablando de la sabiduría de amar y de las relaciones personales, pero esta vez centrándome en un gran colega bien conocido por todos:
El Apego
¿Te lo vas a perder?
[La foto de portada es el embarcadero de St. Julian’s, en Malta, dónde puedes ver algunas de las barcas del amor que se utilizan para pasear a las parejas supuestamente enamoradas ]
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Referencias:
Walter Riso – ¿Amar o Depender?
Walter Riso – Los límites del amor
Jorge Bucay – El camino del encuentro
Jorge Bucay – Amarse con los ojos abiertos
María Jesús Álava Reyes – Amar sin sufrir
María Jesús Álava Reyes – La inutilidad del sufrimiento
Eduardo Punset – El viaje al amor
El artículo La Sabiduría De Amar (Parte I): Los Límites Del Amor ha sido publicado por Juan en aprendizajeyvida.com.